jueves, 25 de octubre de 2012

El problema educativo sí tiene que ver con una maestra, pero no se llama Elba


Al estar por iniciar un nuevo sexenio, contamos con una excelente oportunidad para hacer una reflexión profunda que nos permita reconocer la necesidad urgente de pensar la educación como un proceso inacabable que, por la fuerza de los medios, ha trascendido el aula y debe continuarse a lo largo de la vida mediante una cultura de autodidactismo. Por lo tanto, en la medida de que cada día se aprende en todo momento y en cualquier lugar, no se puede seguir pensando la educación únicamente desde el espacio escolarizado. Sin embargo, mucha de la cobertura y análisis que se hace en los medios para hablar de las mejoras al sistema educativo se enfoca al tema del magisterio y a los lugares comunes que nacen de la demanda de mayor cantidad de dispositivos tecnológicos con conectividad. Si a estas dos variables no se suma el clima escolar, una variable que incluye aspectos fundamentales cómo la relación padre-hijo-docente, simplemente no se podrán alcanzar las metas educativas que se requieren para impulsar el desarrollo y bienestar del la sociedad mexicana.

Cuando hablamos del clima escolar, basta convocar al sentido común para entender el peso que tiene esta variable en la ecuación. Sin mayor análisis, cualquier persona puede inferir que si un alumno, enfrenta condiciones poco propicias dentro del salón de clases con sus compañeros para complementar o reforzar los aprendizajes de aula, los resultados no serán los esperados. A su vez, si en el hogar no existen momentos propicios para el aprendizaje ni para reflexionar acerca del futuro, y que solo desde esta perspectiva temporal se valora el esfuerzo de aprender, ¿cuáles podrían ser las expectativas de las nuevas generaciones de mexicanos sobre SU propio futuro?

Cuando se reporta que México está gastando más en la educación pero sin resultados, ¿será porque no estamos midiendo el impacto del entorno en la vida de los alumnos?, sin mencionar temas como la corrupción que ronda en estas inversiones públicas. Para estar a la altura de Finlandia, como se muestra en las evaluaciones de PISA, no habría que incluir en el análisis aspectos socio-culturales como el incremento de estudiantes obligados a crecer sin el acompañamiento afectivo e intelectual de mínimo uno de sus padres, la posibilidad de un ambiente violento tanto dentro como fuera de casa, el estrés que produce la ansiedad de estar insatisfecho con la avalancha de productos que ofrece el mercado de consumo o la seducción del las nuevas tecnologías convertidas en armas de distracción masiva (weapons of mass distraction), entre tantos problemas que han resultado en la agudización de situaciones tales como el acoso verbal y físico constante entre pares o la pornografía infantil que se presenta en matices distintos en las redes, solo por mencionar algunos.

Para validar el supuesto que el problema va más allá de los aspectos vinculados al poder del SNTE y de la falta de acceso a las tecnologías informáticas, imaginemos que hubiera escuelas en las cuales no está de por medio una docencia sujeta al mandato del sindicato y que todos los alumnos tuvieran acceso a computadoras e internet. También imaginemos que en estas escuelas los grupos, a diferencia de las actuales que tienen hasta 45 alumnos, no tendrían más de 30 alumnos. No hay que ir muy lejos para imaginar, basta con ver una escuela particular de rango medio.

Pensando en estos términos, ¿qué pasaría si cada escuela pública contará con los recursos que tiene un colegio particular en términos de docencia y tecnología? ¿Lograríamos un acercamiento al vecindario estadístico de Finlandia o seguiríamos en el quinto patio? Pues según los resultados de PISA, a pesar de que estas escuelas particulares no tienen enquistados los vicios sindicales de las públicas y cuentan consistentemente con mejor conectividad, no hay gran diferencia en resultados. A partir de este simple argumento es evidente que el problema del rendimiento escolar va mucho más allá de estas dos variables y tiene que ver con una visión que no esté nublada por clichés, una visión integral que realmente tome en cuenta las condiciones socio-culturales en que se da el proceso de enseñanza aprendizaje dentro y fuera del aula.

Este argumento no intenta desviar la atención del problema de la calidad docente y la necesidad de acercar la tecnología a los alumnos, sino de provocar un análisis más estructural de la problemática educativa para entender mejor el contexto en el que se dan los resultados tan pobres y como, para aspirar a lograr los niveles de Finlandia, tenemos que voltear la mirada al clima escolar. Urge hacer una autocrítica como sociedad en general, como padres de familia, empresas y empresarios, medios de comunicación y funcionarios o gobernantes.

Sin duda nosotros somos el ejemplo a partir del cual los niños y jóvenes van modelando su idea de vida. No solo en el salón aprenden o desaprenden. Cada día, con tanta información disponible en los medios y experiencias cotidianas, para bien o para mal, se aprende más afuera del ámbito escolar. ¿Qué lección se llevan cuando son testigos de la violencia verbal que se suscita en casa?, ¿qué es lo que deben aprender al ver la poca civilidad que mostramos los adultos en espacios públicos?, ¿cuál será la fórmula que deben entender cuando conocen el ejercicio de la política como simple acomodo oportunista de intereses personales o de partido?, ¿cuál es el postulado filosófico que se les transmite con programas televisivos que ponen al centro del salón imágenes de una sexualidad barata y vulgar que convierte a la mujer en mercancía? Este plan de estudios, externo al ámbito escolarizado, está repleto de enseñanzas de cómo los adultos educamos y tienen una influencia determinante en la formación y desarrollo de la niñez y adolescencia. Si como adultos reprobamos lecciones cotidianas de ÉTICA, ¿cómo seremos en el papel de
profesores de facto para impartir las lecciones de esta materia tan crucial para el desarrollo del capital social que requiere nuestro país? ¿Cuál es el aprendizaje esperado del curso teórico práctico de ética cuando cada día son aprendices de pequeños actos de corrupción que, al sumar millones, se vuelve una cultura de atajos, arreglos al margen de las leyes y pactos egoístas de conveniencia propia?

Por lo anterior urge pensar la educación más en términos de ÉTICA, que de Elba y transformar el uso de las tecnologías de información y comunicación en tecnologías para la integración comunitaria. En ambos casos la insistencia debe ser sobre la responsabilidad colectiva que todos debemos asumir en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la niñez y la juventud. E inclusive retomando la idea inicial de este texto de que la educación en si misma es un proceso inacabado, como adultos estamos obligados a la autocrítica y aceptar que los errores que inevitablemente cometemos son oportunidades de aprendizaje. Esta es la primera lección que debemos de transmitir a las nuevas generaciones.

En síntesis, la desgracia en la que se encuentra el sistema educativo mexicano no nace ni se resuelve desde el aula aplicando una solución basada en las dos variables mencionadas al principio. Tenemos que reconocer que la gran maestra de millones de estudiantes es la propia sociedad, tal como la hemos planteado. En todo momento de una forma u otra nosotros somos maestros de niñas y niños. ¿Seremos buenos docentes? Cuando podamos contestar con honestidad y de manera afirmativa esta pregunta, tal vez logremos resultados similares a lo que han logrado la sociedad Finlandesa.

jueves, 28 de junio de 2012

n la eduksión, ¿sirbe lo Digital sin antez tener una solida AlfaBetizaCión

 
-->En los próximos meses, la industria TI estará muy atenta a las políticas sexenales de tecnología en la educación que marcará la administración entrante. Pero antes de poner en marcha una nueva etapa multimillonaria, es muy recomendable que todos los involucrados hagan un balance crítico respecto a los sexenios anteriores, sobre todo los dos últimos, para evitar los errores y rescatar los aciertos. Por los niveles de inversión que representan estos proyectos, la afectación que tendrá sobre el futuro del país no es menor. Hay demasiado en juego para México, no solo la posibilidad de hacer negocio. Debe ser una gana-gana para todos los involucrados, sobre todo las niñas y los niños a quienes se pretende beneficiar. Debe quedar en la conciencia de los que participarán desde la industria TI que el éxito que beneficie a todos estará en función de que exista un proyecto con una visión clara y de largo plazo.

Por lo anterior, este texto tiene como propósito provocar la búsqueda de una visión renovada acerca del cómputo educativo a partir de algunas reflexiones sencillas pero sumamente trascendentes: ¿se puede tener éxito en la alfabetización digital sin lograr resultados aceptables en la alfabetización tradicional?, ¿qué impactos tendrá sobre la sociedad el que se extienda la cultura digital sin un cimiento educativo sólido en términos de comprensión lectora? Parece demasiado sencillo y hasta ilógico pensar lo contrario, no lo es.

Al escuchar los planteamientos de los políticos acerca de la incorporación del cómputo en las escuelas para mejorar la calidad de la educación y al mismo tiempo analizar la dinámica de las redes sociales con respecto al manejo de la información de los temas electorales, queda al descubierto un problema que va mas allá la idea tan trillada de cerrar la brecha digital o la máxima tan sobada de que lo niños tienen que aprender cómputo. Es evidente que los usuarios de estas redes saben usar la computadora y no padecen la brecha digital. A pesar de que estos cibernautas tienen un nivel de escolaridad superior a la media nacional, resulta alarmante que circule tanta información abiertamente falsa o poco objetiva con la que se corre el riesgo de generar en las redes sociales una suerte de cerco “desinformativo”, en contra posición al supuesto cerco informativo de los medios tradicionales. Los mensajes enviados por este cerco alternativo están cargados de tonos absolutistas y agresivos contra los que no comparten las creencias propias.

Con base en este intercambio de información tan cuestionable que se manifiesta en las redes sociales, debemos recodar que el autoritarismo más peligroso para el desarrollo de nuestra sociedad es el que construye sobre el pensamiento dogmático. Este logra sus dictados al cancelar la posibilidad de un diálogo objetivo y cívico entre pensamientos divergentes; cuando se da el debate a la sombra de consignas absolutistas, lo que triunfa ilusoriamente es la víscera egoísta que solo busca la conveniencia propia y no la racionalidad compartida con la que se deben construir los conocimientos que sirvan para tomar decisiones prudentes de largo alcance en una sociedad democrática.

Por lo anterior, vale la pena aprovechar la actual temporada electoral y darle un contexto mas profundo a las agendas de los partidos que centran sus proyectos de cómputo en la educación a la alfabetización digital, sin tomar en cuenta que a lo largo de la historia de la humanidad, todo desarrollo tecnológico ha sido un arma de dos filos. Desde esta óptica, la Internet como medio puede ser igual o más peligroso que la televisión o la radio si no se promueven, entre los alumnos de primaria y secundaria, programas o estrategias de alfabetización en medios (conocido en EUA como media literacy) que contra resten los efectos más nocivos de esta cultura mediática. Es la carencia de este tipo de esfuerzos que hicieron que la televisión perdiera su potencial como recurso educativo de alcance masivo ante los intereses comerciales que han perseguido como fin último el consumo indiscriminado.

¿Qué tan diferente sería el pensamiento de un niño que viera regularmente programas de corte educativo o cultural y no solo la programación comercial que atenta contra el desarrollo de su intelecto, hasta de su “sano juicio” a la hora de convivir con el mundo que lo rodea? No podemos dudar que la fuerza de los medios actuales es tal que desde ellos se van amoldando los comportamientos que dan forma a las estructuras de socialización y de manera simultánea impactan los aspectos psicoafectivos del individuo.

Así como la televisión, el cómputo y la conectividad mal implementada en los espacios educativos se pueden convertir en los mayores distractores en la tarea de educar. Al cerrarse la famosa brecha digital sin un análisis de esta problemática, estamos cerrando la brecha con otras situaciones de alto riesgo para niños y adolescentes. Basta voltear la mirada a los temas de déficit de atención, la hiperestimulación de los juegos en línea, el cyberacoso que ya se presenta de manera cotidiana y peor aún la pornografía infantil que se agudiza gracias al uso descuidado de la Internet. De la mano de estos problemas, la UNESCO reportó el año pasado que el factor que más afecta el rendimiento de un niño es el clima escolar. Es indiscutible que la influencia de los nuevos medios será cada vez mayor y podrían representar una amenaza latente que debilitará el tejido social que da sustento a la comunidad, inclusive afectando el mismo núcleo familiar. Para quien tenga hijas o hijos en edad adolescente es fácil ver como el uso de los dispositivos digitales es tan adictivo que llega a obstaculizar la comunicación mínima necesaria al interior del hogar. Sobran ejemplos de la desesperación que sufren mamás y papás frente a la influencia de estos medios.

Quienes queden a cargo de asesorar a los funcionarios de la próxima administración en el tema educativo de cómputo deben tomar en cuenta los problemas que se han presentado en México y en todo el mundo. Las probabilidades de éxito del nuevo proyecto sexenal dependen de la capacidad de hacerse preguntas realmente esenciales y no reciclar los clichés ya desgastados. Por ejemplo, ¿de qué sirven las habilidades digitales si un niño no sabe leer, entender las tesis centrales de un argumento y expresar sus ideas de manera articulada para compartirlas, confrontarlas y construir nuevos conocimientos?

Además de los programas de media literacy que ayudarían a preparar a los niños para vivir de manera equilibrada en este mundo mediatizado, no debemos perder de vista la alfabetización tradicional que tiene su eje en la comprensión lectora. Sin importar las habilidades que desarrolle el niño en el uso de la computadora, esta comprensión lectora seguirá siendo esencial para el desarrollo intelectual de niñas y niños. El futuro de los sistemas de cómputo seguirá cambiando al grado de que un niño que cursa la primaria utilizará sistemas muy distintos a los que actualmente se conocen. Pero un niño que posea fluidez lectora desarrollará mejor su imaginación y creatividad para insertarse en la llamada economía de la innovación, hasta hace poco economía del conocimiento. En términos más inmediatos y prácticos, al tomar un examen tipo ENLACE, es altamente probable que un niño con escasa habilidad lectora cometa errores no porque no supo la respuesta, ¡ni siquiera comprendió la pregunta que se le hizo!

Volviendo a nuestro pendiente acerca de la información que circula en las redes sociales y cómo es que con ellas se construye cierto tipo de conocimiento colectivo, que más bien toma la forma de creencias o actos de fe. Es muy urgente que los nativos digitales aprendan a leer para saber distinguir entre un dato y una opinión, que tengan la comprensión lectora suficiente para analizar y contrastar distintas informaciones para identificar incongruencias y eviten emitir juicios desde enunciados mal estructurados. De lo contrario estaremos ante un fenómeno de “desaprendizaje colaborativo” que llevará como pedagogía central un aprendizaje por consignas repetidas cibernéticamente que obstaculizan cualquier posibilidad de reflexión con voz propia.

Hay que insistir: al contar con una comprensión lectora suficiente, un niño estará mejor preparado para aprender por si mismo y no por consignas. Es la capacidad de leer, y no solo la conectividad tecnológica, con lo que un niño desarrollará ideas propias y las comunicará de manera eficiente en espacios de aprendizaje colaborativos dentro y fuera del aula. No es solo un problema de conectividad. Es la alfabetización tradicional y ciudadana, no solo la digital, la que le dará a un nuevo proyecto de cómputo educativo un rumbo innovador con visión de largo plazo.

Sin importar el partido que salga con el triunfo el próximo primero de julio, habrá una propuesta muy costosa en cómputo en la educación. Urge una reflexión crítica y propositiva que identifique los pocos aciertos y grandes desaciertos de los proyectos impulsados por el PAN durante dos sexenios[1]. Están a la luz los resultados cuestionables que obligarían a cualquier gobierno responsable a migrar del territorio de los clichés y lugares comunes, que suenan a propaganda comercial, y marcar un rumbo con visión de estado. Ya contamos con la experiencia suficiente para darnos cuenta que existe una especie de dogma. Pareciera que hay un mandato, indudablemente conveniente para la industria de cómputo, que dicta que la tecnología por si sola mejorará la educación sin importar que se tenga una visión clara del impacto real en los niveles de calidad.

Korea del Sur, país ejemplar por sus avances educativos, está replanteando el proyecto más ambicioso de uso de tablets al anticipar impactos negativos en una población de niños demasiado inmersos en lo digital[2]. Se estima que el 10% de su población muestran adicción a los videojuegos. Hay otras evidencias en estudios internacionales (por ejemplo Scaling the Digital Divide: Home Computer Technology and Student Achievement; Sanford School of Public Policy[3]) con los que se puede reafirmar que un remedio tan simplista enfocado solo al aspecto tecnológico difícilmente podría curar un catarro, mucho menos la pulmonía que aflige la calidad educativa de nuestro país. Es importante que los encargados de asesorar las altas esferas de decisión tengan claras las lecciones de los dos sexenios anteriores y así evitarle al Presidente entrante una calificación reprobatoria a un costo altísimo para el país.